Jesucristo, Señor de la historia,
bajo cuya protección nació la insipiente nación argentina,
te necesitamos para agradecer el don inmerecido de la patria.
Nos sentimos, a pesar de la venturosa gracia de la libertad,
heridos y agobiados por los innumerables
desafíos al llegar al bicentenario de la Revolución de Mayo.
Precisamos tu alivio y fortaleza para encarar con valentía
la refundación de la república en los valores de la fe,
la justicia, la honestidad y la verdad,
los cimientos mismos de la sociedad argentina.
Queremos ser una nación,
para ser algo más que un conglomerado de habitantes,
sino una comunidad de ciudadanos,
todos iguales ante la ley, los derechos y los deberes.
Una nación cuya identidadsea la pasión por la verdad,
Una nación cuya identidadsea la pasión por la verdad,
que es sinceridad ante el pasado del que damos gracias
por sus luces y sombras,
del presente del que mucho tenemos que lamentar,
pero también cambiar en espíritu de reconciliación,
y en el futuro, para proyectar soluciones sustentables
y duraderas que hagan posible la inclusión
de todos los hombres y mujeres argentinos.
Una identidad cuyo compromiso sea el bien común,
Una identidad cuyo compromiso sea el bien común,
que desarraigue de nuestros corazones los intereses de sector,
y poder pensar en el hermano
y su dignidad cristiana y humana.
Damos la valentía de la libertadde los hijos de Dios,
que siempre es para el bien y la construcción de una sociedad
más justa y equitativa,para amar a todos sin excluir a nadie,
privilegiando a los pobresy perdonando a los que nos ofenden,
reconciliándonos aún desde los dolores más profundos de pasado,
para llegar al deseado perdón que sana y cura todas las heridas;
aborreciendo el odio y construyendo la paz,
para poder proyectarnos como pueblo unido en los mismos ideales,
aunque respetando las auténticas diversidades
y esfuerzos de superación de nuestras debilidades y flaquezas.
Concédenos la sabiduría del diálogo, como virtud y como estilo de vida,
para aprender a compartir y respetarnos en las diferencias,
llegando a acuerdos consensuados y superadores.
Dános la alegría de la esperanza que no defrauda,
Dános la alegría de la esperanza que no defrauda,
a pesar de llegar a estos 200 venturosos años,
con materias gravemente pendientes frente a Dios,
a nuestros antepasados, la historia, los próceres y nuestros padres.
Tú nos convocas y aquí estamos,
Señor,cercanos a María, que desde Luján, Madre de la Patria,
bajo cuyo manto la colocamos, nos dice:
¡Argentina! ¡Canta y camina!Jesucristo,
Señor de la historia, te necesitamos.
Amén.
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