domingo, 27 de noviembre de 2011

Mensaje de adviento 2011 del Prefecto de la Congregación para el Clero


MENSAJE
DEL PREFECTO DE LA CONGREGACIÓN PARA EL CLERO,
CARDENAL MAURO PIACENZA,




Reverendos y queridos Sacerdotes:

En este especial Tiempo de gracia, María Santísima, Icono y Modelo de la Iglesia, quiere introducirnos en la actitud permanente de su Corazón Inmaculado: la vigilancia.
La Santísima Virgen vivió constantemente en vigilancia orante. En vigilia recibió el Anuncio que ha cambiado la historia de la humanidad. En vigilia cuidó y contempló, más y antes que cualquier otro, al Altísimo que se hacía Hijo suyo. Vigilante y llena de asombro amoroso y agradecido, dio a luz a la misma Luz y, junto a San José, se hizo discípula de Aquel que de Ella había nacido; que había sido adorado por los pastores y los sabios; que fue acogido por el anciano Simeón exultante y por la profetisa Ana; temido por los doctores del Templo, amado y seguido por los discípulos, hostigado y condenado por su pueblo. Vigilando en su Corazón materno, María siguió a Jesucristo hasta el pie de la Cruz y, con el inmenso dolor de Corazón traspasado, nos acogió como sus nuevos hijos. Velando, la Virgen esperó con certeza la Resurrección y fue llevada al Cielo.
Amigos muy queridos: ¡Cristo vela incesantemente sobre su Iglesia y sobre cada uno de nosotros! Y la vigilancia en la cual nos llama a entrar, es la apasionada mirada de la realidad, que se mueve entre dos directrices fundamentales: la memoria de todo lo sucedido en nuestra vida al encontrarnos con Cristo y con el gran misterio de ser sus sacerdotes, y la apertura a la “categoría de la posibilidad”.
La Virgen María “hacía memoria”, es decir, revivía continuamente en su corazón todo lo que Dios había obrado en Ella y, teniendo certeza de esta realidad, realizaba su tarea de ser la Madre del Altísimo. El Corazón Inmaculado de la Virgen estaba constantemente disponible y abierto a “lo posible”, es decir, a concretar la amorosa Voluntad de Dios tanto en las circunstancias cotidianas como en las más inesperadas. También hoy, desde el Cielo, María Santísima nos custodia en la memoria viva de Cristo y nos abre continuamente a la posibilidad de la divina Misericordia.
Pidámosle a Ella, queridos Hermanos y Amigos, un corazón capaz de revivir el Adviento de Cristo en nuestra vida; capaz de contemplar el modo en el cual el Hijo de Dios, el día de nuestra Ordenación, marcó radical y definitivamente toda nuestra existencia sumergiéndola en su Corazón sacerdotal. Que Él nos renueve cada día en la Celebración Eucarística, que es transfiguración de nuestra misma vida en el Adviento de Cristo por la humanidad. Pidamos, en fin, un corazón atento para reconocer los signos del Adviento de Jersús en la vida de cada hombre y, en particular, entre los jóvenes que se nos confían: que sepamos discernir los signos de ese especialísimo Adviento, que es la Vocación al sacerdocio.
La Santísima Virgen María, Madre de los sacerdotes y Reina de los Apóstoles, nos obtenga, a cuantos humildemente la pidamos, la paternidad espiritual, la única capaz de “acompañar” a los jóvenes en el alegre y entusiasmante camino del seguimiento.
En el “sí” de la Anunciación, somos animados a vivir en coherencia con el “sí” de nuestra ordenación; en la Visitación a Santa Isabel, somos animados a vivir en la intimidad divina para llevar su presencia a otros y para traducirla en un gozoso servicio, sin límites de tiempo y de lugar. Contemplando a la Santísima Madre adorando al Niño Jesús envuelto en pañales, aprendemos a tratar con amor inefable la Santísima Eucaristía. Conservando todo acontecimiento en el propio corazón, aprendemos de María a concentrarnos en torno al Único Necesario.
Con estos sentimientos les aseguro a todos, queridos sacerdotes esparcidos por el mundo, un especial recuerdo en la celebración de los Santos Misterios y pido a cada uno sostenerme en su oración para cumplir el ministerio que se me ha confiado. ¡Pidamos, delante del pesebre, que cada día podamos ser aquello que somos!

sábado, 26 de noviembre de 2011

Alberto José Truccone QEPD







En la tarde del día 22 de noviembre falleció el joven productor agropecuario Alberto José Truccone, hijo de una notable familia de Pozo del Molle, y miembro del Consejo de Asuntos económicos de la parroquia.
Alumno y luego docente del Instituto Privado Diocesano "Gral. Manuel Belgrano" de nuestra parroquia.

Se había casado con Patricia Bertone, de la cual tuvo tres hijos, Sebastián (15), Narella y Victoria. Dios tenga en su corazón a un cristiano practicante de la fe, padre e hijo bueno, al que extrañaremos entrañablemente.

domingo, 20 de noviembre de 2011

Sólo para recordar...

Obras de Misericordia "Espirituales"

Enseñar al que no sabe
Dar buen consejo a quien te lo pide
Corregir al que se equivoca
Perdonar las injurias
Consolar al triste
Tolerar los defectos del prójimo
Rogar por los vivos y muertos

Obras de Misericordia "Corporales"

Dar de comer al hambriento
Dar de beber al sediento
Vestir al desnudo
Visitar al enfermo
Redimir al cautivo
Dar posada al peregrino
Sepultar a los que mueren

martes, 15 de noviembre de 2011

Mons. Adriano Bernardini electo Nuncio Apostólico frente al estado de Italia


El Santo Padre Benedicto XVI nombró nuncio apostólico en la República Italiana a monseñor Adriano Bernardini, de 69 años, quien desde el 26 de abril de 2003 es su Representante en la Argentina. La noticia oficial fue publicada a las 12 del mediodía de hoy en Roma.

Monseñor Bernardini, que es decano del Cuerpo Diplomático, permanecerá en el país hasta después del 10 de diciembre, fecha en que la doctora Cristina Fernández de Kirchner asumirá su segundo mandato presidencial.

Tras la ida de monseñor Bernardini, la representación pontificia quedará, interinamente, a cargo de monseñor Robert Murphy, en carácter de encargado de negocios de la nunciatura apostólica en la Argentina.

Mons. Adriano Bernardini

El arzobispo Adriano Bernardini nació en Pian de Mileto, provincia de Pesaro-Urbino, Italia, el 13 de agosto de 1942. Fue ordenado sacerdote por la diócesis de Roma el 31 de marzo de 1968, después de haber obtenido el grado de bachiller en Filosofía y el doctorado en Teología por la Universidad Pontificia Lateranense. Fue formador y procurador del Seminario Pontificio Lateranense de Roma desde 1968 hasta 1970.

Ingresó en el Servicio Diplomático de la Santa Sede el 3 de diciembre de 1973, después de cursar en la Pontificia Academia Eclesiástica de la que egresó con el grado de doctor en Derecho Canónico y un diploma en Ciencias Diplomáticas.

Ayudó como colaborador del nuncio apostólico en las nunciaturas de Pakistán, Angola, Japón, Venezuela y España. El 17 de enero de 1989 fue designado encargado de negocios interino de la nunciatura apostólica en la República China (Taiwan).

El 20 de agosto de 1992 fue designado nuncio apostólico en Bangladesh, y nombrado arzobispo titular de Faleri. Recibió la consagración episcopal el 15 de noviembre de 1992.

Desde el 15 de junio de 1996 hasta el 24 de julio de 1999 fue nuncio apostólico en la República de Madagascar, en las Islas Mauritius y Seychelles, y al mismo tiempo delegado apostólico para las Islas Comores, La Reunión y Mayotte.

El 24 de julio de 1999 fue nombrado nuncio apostólico en los reinos de Tailandia y de Camboya y en la República de Singapur, como también delegado apostólico para Myanmar, Brunei, Malasia y Laos.

El 26 de abril de 2003 fue nombrado nuncio apostólico en la República Argentina.



Más de ocho intensos y fructíferos años

De carácter afable y bondadoso, pero no exento de firmeza en la ortodoxia doctrinal y en la defensa de la figura del Santo Padre, su franqueza en la exposición y tratamiento de ciertas situaciones eclesiales necesitadas de corrección, se adivina en algunas homilías que trascendieron las fronteras del país.

Monseñor Adriano Bernardini deja a la Iglesia en la Argentina el recuerdo de un nuncio sumamente inquieto y muy viajero. Pocos argentinos conocen el país como él, ya que en sus más de ocho años de residencia recorrió la Argentina hacia todos los puntos cardinales, visitando las casi 70 diócesis del país, algunas de ellas varias veces, con la preocupación de conocer “in situ”, como representante del Papa, la situación de la Iglesia en nuestro país.

Durante su gestión logró que se erigieran dos nuevas circunscripciones eclesiásticas: la prelatura de Esquel en la provincia del Chubut, y la diócesis de Oberá en la provincia de Misiones. Y se va sin haber logrado materializar otros proyectos que, según su aguda visión, son necesarios para mejorar la organización eclesiástica del país.

Desde marzo de 2004, en que fue designado monseñor Adolfo Armando Uriona obispo de Añatuya, hasta el reciente nombramiento de monseñor Gustavo Gabriel Zurbriggen como obispo coadjutor de la prelatura de Deán Funes, fueron 35 los nuevos obispos nombrados por su gestión en diversas diócesis del país.

Con el propósito de mantener en perfectas condiciones la sede de la nunciatura, encaró exitosamente una serie de trabajos de refacción del bello palacio estilo francés de más de cien años de construcción.



La nunciatura apostólica en Italia

La representación pontificia ante la República Italiana, con sede en el número 27 de la Via Po, de Roma, y cuyo nuncio apostólico era, hasta ahora, el arzobispo Giuseppe Bertello, comprende además de Italia también la República de San Marino, cuya circunscripción eclesiástica: San Marino-Montefeltro, abarca el territorio de aquella pequeña república y la antigua diócesis de Montefeltro, en la provincia de Pesaro-Urbino, donde se halla Pian de Mileto, pueblo natal de monseñor Bernardini.

La Serenísima República de San Marino es el Estado soberano y república constitucional más antiguo del mundo. Está enclavada en territorio italiano, al pie del Monte Titano de 739 m. y es uno de los microestados europeos.

Según la tradición fue fundada en el 301 cuando un cantero cristiano llamado Marinus el Dálmata dejó la isla de Arbe para escapar de la persecución a los cristianos del emperador romano Diocleciano. Marinus se escondió en la cima del Monte Titano y fundó una pequeña comunidad cristiana. La independencia del pequeño Estado fue reconocida en 1291 por el papa Nicolás IV, por la Francia napoleónica en 1797, y por otros estados europeos en 1815 durante el Congreso de Viena.

San Marino tiene una población de unos 29.000 habitantes, la mayoría de los cuales son católicos. Alrededor de 5.000 sanmarineses viven en otros países, predominantemente en Italia y en la Argentina.
Fuente: AICA