miércoles, 29 de diciembre de 2010

"Mejorar la catequesis una urgencia pastoral"


Haciendo un recuento del año que hemos vivido, y evaluando en clave de mejorar la vida pastoral-doctrinal me encontré con este escrito que pertenece a un párroco de Whashington, y que su traducción la hizo la Buhardilla hace algún tiempo, me ayudó a pensar el tema "catequesis", y a profundizar en orden a esta nueva evangelización de occidente.

Casi nadie en la Iglesia diría hoy que hemos hecho un buen trabajo en el transmitir la fe a nuestros niños. Dependiendo de cómo lo consideremos, hemos perdido dos o tres generaciones en la ignorancia y la incapacidad de articular la fe. Incluso las enseñanzas más básicas son desconocidas para los jóvenes.

Algunos años atrás, hablando con niños católicos de sexto grado acerca de Adán y Eva, descubrí que ellos tenían muy poca idea de quiénes eran Adán y Eva, sabían sólo que estaban “en la Biblia o algo”. Eso era todo. Recolecté todos los libros de religión, e instituí un curriculum de “retorno a lo básico” para cada nivel. Comenzamos con la creación y la caída del hombre y usamos la narrativa bíblica junto con preguntas y respuestas a memorizar, culminando el año con un “concurso de religión”, con premios, en el que se esperaba que los niños demostraran su conocimiento del material. Los niños lo hicieron bien, y lo contaron a los gritos a sus padres. Al año siguiente instituimos un programa paralelo para los padres. Mientras sus hijos estaban en la escuela dominical, yo instruía a los padres con el mismo material.

No soy experto en pedagogía (teoría de la educación), pero me parece bastante claro que tenemos serias carencias en dos áreas importantes de la instrucción catequética: la disciplina y el contenido. ¡Brechas bastante devastadoras, me parece! No queda más que auto-estima y lemas como “Dios te ama”.

En cuanto a los contenidos, parece que hemos mejorado. La publicación del Catecismo de la Iglesia Católica, y requerimientos más estrictos de que nuestros materiales catequéticos se conformen con él, han sido la mayor reforma. Nuestros materiales son más ortodoxos y el contenido es más sustancial que en los oscuros años de los ’70 y ’80. Se han publicado distintas buenas series, que tienen buen contenido y son también agradables a la vista. No las mencionaré por nombre, dado que éste es un blog de la Arquidiócesis y no es apropiado que las señale. Por esto, entonces, creo que el contenido está mejorando.

Pero el contenido no es suficiente. También se requiere disciplina académica. Todo el mejor material y el más visualmente hermoso no puede hacer, por sí solo, que los niños comprendan la fe. Debe reafirmarse una disciplina académica más fuerte y rigurosa en el proceso catequético. Hay algunos elementos de esta disciplina académica que quisiera mencionar, quizá vosotros podáis agregar más.

1. Repetición: Existe un antiguo adagio latino: Repetitio mater studiorum (la repetición es la madre de los estudios). El aprendizaje requiere mucho de la repetición, para que lo aprendido penetre y se transforme en una segunda naturaleza. Uno de los mayores defectos en el actual proceso catequético en la mayoría de las parroquias y escuelas católicas es la forma en que el currículum está dividido. En segundo grado hablamos de la Santa Comunión y de la Confesión, pero no lo hacemos nunca más. En cuarto grado, hablamos de los Mandamientos, pero nunca más. En quinto grado hablamos de la Iglesia (historia y estructura), pero nunca más. En sexto grado hablamos de la Vida de Jesús, pero no lo hacemos nunca más. Y así con todo. El proceso catequético está “compartimentalizado” y no siempre parece construir sobre el dominio de lo que se enseñó antes.

Hablar de las cosas una sola vez difícilmente parece efectivo, especialmente si el material no construye sobre lo que vino antes. En la escuela pública, al menos en mi tiempo, las matemáticas hacían un gran trabajo de currículum en espiral que combinaba la repetición con un dominio cada vez mayor al mismo tiempo que se introducía nuevo material. Primero aprendimos los números. Luego usamos los números para contar. Después usamos los números y el conteo para ir hacia atrás y hacia adelante, sumando y restando. Luego usamos los números y las funciones para darnos cuenta de que los números enteros pueden ser fraccionados, y que los números pueden tener valores negativos, y aprendimos cómo contar en fracciones y cómo sumarlas, restarlas, multiplicarlas y dividirlas. Y el material continuó construyendo sobre el manejo de lo que aprendimos antes, y esto no quedó atrás sino que se plegó al nuevo material y fue utilizado en una espiral ascendente.

Es verdad que la fe no es tan simple como las matemáticas, pero la narrativa de la fe sí construye en un modo espiral. Desde Dios a la Creación, a la caída, a la promesa de Salvación, al Misterio Pascual, a la vida de la gracia por los Sacramentos, hasta la última restauración con Dios para siempre en el paraíso del Cielo. Estos elementos básicos deben ser vistos una y otra vez en una espiral ascendente que respete el crecimiento humano en sus distintos niveles. Pero hablar de la Creación y la caída sólo en los primeros grados y no hablar para nada de ellos luego lleva como resultado a un estudiante olvidadizo y confundido. Si olvidamos la herida del pecado original y la pérdida de la relación con Dios, ¿cómo va a tener sentido la Redención? No nos asombremos si todo les parece a muchos de ellos “irrelevante”.

2. Memorización: El manejo del material es casi imposible sin la buena y pasada de moda memorización. Simplemente tenemos que saber cosas como los siete Sacramentos, los Diez Mandamientos, los siete pecados capitales, las oraciones básicas, los siete Dones del Espíritu Santo. Más aún, definiciones básicas de la gracia, de la Redención, del pecado mortal y del pecado venial, de la Encarnación, etc., deben ser memorizadas y comprendidas. Respuestas a cuestiones básicas como por qué Dios me hizo a mí, quiénes fueron nuestros primeros padres, qué es la Iglesia, quiénes fueron los Profetas, etc. Respuestas como éstas necesitan saberse de memoria. Sin que estas piedras base del edificio se sepan de memoria, muy poca edificación se podrá continuar. Estas cosas básicas memorizadas son como soportes de los que cuelgan muchas otras. Sin los soportes, todo se derrumba. En la escuela, al principio memoricé el abecedario, y luego muchas palabras y cómo estas se deletreaban. Mucho dependía de que me aprendiera estas cosas básicas de memoria. Lo mismo con las tablas de multiplicación. Mis padres y docentes eran claros: ¡tan sólo memorízalas! Haz ahora el trabajo, y todo lo demás será más fácil y tendrá sentido en la medida en que vayas avanzado. Me costó, pero lo logré, y nunca lo he perdido. Dadme dos números cualquiera entre 1 y 12 y os daré al instante su producto. Memorizar esas tablas abrió para mí un mundo entero y me simplificó enormemente la vida.

¿Por qué debería ser diferente con la fe? Memorizando y conociendo los siete pecados capitales soy enormemente asistido en mi examen de conciencia, captando los impulsos más profundos del pecado en mi vida, comprendiendo y anticipando los movimientos del mundo, del demonio y de la carne, y ayudado a otros a comprender los impulsos negativos en sus vidas. Todo comienza simplemente por memorizar y captar conceptos básicos.

3. Tiempo: La mayoría de las personas gastan apenas una hora en la semana para intentar conocer su fe. Esto no es suficiente. El dominio de cualquier disciplina requiere algo más que una hora a la semana. No podemos esperar magia. Si sólo pedimos a los niños que estén una hora a la semana, sin tarea ni expectativas entre semana y semana, no podemos esperar que manejen el material. Otro problema relacionado con el tiempo es que la instrucción catequética en las parroquias no dura todo el año. La mayoría de las iglesias protestantes que conozco nunca pensarían en cancelar la escuela dominical durante el verano. Ellos le dan la misma prioridad a la escuela dominical que nosotros le damos a la Misa. La escuela dominical está presente cada domingo, casi sin falta. En la Iglesia Católica terminamos todo entre mayo y mediados de septiembre. Y cada vez que ocurre un fin de semana de tres días, también lo pasamos. En muchas parroquias los niños tienen instrucción religiosa solamente la mitad de las semanas del año, ya que se sustraen el verano, los feriados y los días de nieve. En mi parroquia estamos aumentando gradualmente la cobertura, con la meta de hacer que la escuela dominical funcione todo el año.

4. Rendición de cuentas: En algún momento necesitamos esperar que los jóvenes demuestren manejo del material. Deberían usarse cosas como exámenes, concursos de religión, presentaciones, etc. ¿Por qué habrían los niños de tomarse en serio la educación religiosa si nunca tendrán que dar cuenta de lo que han hecho o dejado de hacer? Cosas como los concursos de religión pueden ser divertidas y, a la vez, un desafío. Se pueden ofrecer premios. Estas cosas pueden ser una forma divertida pero seria de lograr evaluar el conocimiento del material. Esto y los exámenes también imponen ciertas fechas límite para el manejo del material. Las fechas límites son realmente una soga de salvataje ya que despiertan la urgencia y la disciplina. En fin, tanto los estudiantes como los profesores deben rendir cuentas. La rendición debe regresar al proceso catequético.

5. Los recursos: En la escuela, no pude aprenderlo todo. Pero una de las disciplinas que aprendí fue cómo encontrar respuestas. Recuerdo salir de la biblioteca de la escuela habiendo aprendido el sistema Dewey de clasificación y cómo usar un catálogo de fichas. Fuimos introducidos en las enciclopedias, las publicaciones, y luego en la universidad, en el “resumen abstracto”. Hoy las cosas son más fáciles con Internet, pero aún tenemos que enseñar a los jóvenes acerca de cómo encontrar respuestas. Sitios como
newadvent.org ; The EWTN Libraries; y el Bishops Website junto con muchos otros. En definitiva, unno de los mejores frutos de mi educación fue cómo ser una persona de recursos.

Fuente: Blog.Adw.Org

Traducción: La Buhardilla de Jerónimo

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