sábado, 7 de abril de 2012

Octava estación



8ª ESTACIÓN: JESÚS CONSUELA A LAS HIJAS DE JERUSALÉN
Te adoramos, Señor, y te bendecimos, porque por tu santa cruz redimiste al mundo.

Las mujeres que ayudaban a Jesús y a sus discípulos se lamentan de la tragedia del Señor. Como nosotros que miramos desde afuera el sufrimiento de tantos hermanos nuestros. Muchas veces, tendríamos que revisar y analizar la causa de nuestras lágrimas. Al menos, de los pesares o preocupaciones. Tal vez hay en ellos un fondo de orgullo, de amor propio mal entendido, de egoísmo, de envidia.
Deberíamos llorar por nuestra falta de correspondencia a los innumerables beneficios de cada día, que nos manifiestan, Señor, cuánto nos quieres.
Danos profunda gratitud y correspondencia a tu misericordia.

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