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jueves, 9 de septiembre de 2010

Homilía de la Solemne Misa Patronal





Sr. Intendente Municipal Don Carlos Salvático
Sr. Secretario de Gobierno y demás autoridades municipales
Sres. Miembros del honorable Consejo Deliberante,
Sra. Jueza de Paz de Pozo del Molle
Representantes de las fuerzas de seguridad de la Provincia,
Directores y docentes de los establecimientos educativos y culturales,
Abanderados, escoltas y alumnos,
Queridos hermanos todos en el Señor,

1. Hemos transitado durante esta novena patronal queriendo profundizar cada una de las frases y palabras de la oración por la patria, que naciera en momentos de grandes tensiones y turbulencias del país en el año 2001. La Iglesia Argentina entera se puso a los pies del Maestro y Señor de historia Jesucristo diciendo: “te necesitamos, nos sentimos heridos y agobiados”. Al celebrar este año 2010 el venturoso bicentenario nacional no sólo que todavía está en nuestros labios y el corazón esta plegaria, sino que pareciera que tiene todo el vigor y la vigencia de los momentos de su nacimiento.
2. La fiesta patronal en honor a Nuestra Madre el Inmaculado Corazón de María, nos proporciona este momento privilegiado para hacer algunas consideraciones tomando su ejemplo de mujer de fe, de la que en el texto evangélico de hoy se dice “ella guardaba estas cosas en su corazón”. María Santísima nos ayuda desde la concepción del Verbo en sus entrañas, el pesebre, la deportación a Egipto, la vida oculta en Nazareth, hasta el Calvario y Pentecostés, a mirar con ojos sobrenaturales nuestras luces y sombras en la historia que nos toca construir con la gracia y el esfuerzo de todos.
3. Hoy frente a las heridas y los agobios de distintos tipos, María la Madre de Jesús nos invita a acercarnos al único que puede curar y hacernos descansar como Pastor bueno y fiel, Jesucristo. Puesto que la presencia del Señor de la historia será siempre necesaria para no vivir con heridas abiertas y pesadumbres que hagan lánguido y difícil este caminar de argentinos en búsqueda de ser una nación. Nación, que como bien dijimos, no es simplemente el suelo, el Estado, y sus instituciones. Nación en el sentido socio cultural, que es la esencia misma del ser e identidad argentinos. Nuestra lengua, nuestros próceres, nuestros valores y principios fundamentales debemos alimentarlos hoy más que nunca para no perder aquel fuego de 1810 y 1816. En este sentido la fe en Cristo y su Madre en la Iglesia Católica es uno de esos pilares esenciales que hacen a nuestra raíz cultural.
4. Desde esta perspectiva ¿cómo no trabajar para alacanzar valientemente de la verdadera libertad de los hijos de Dios?, entendida como ese don sagrado de dirigir nuestras acciones y palabras al bien común y a la solidaridad, de tal manera que en una nación de ciudadanos no excluyamos a nadie, menos a los que están más débiles y sufrientes. Trabajar casi obsesivamente por la reconciliación nacional, para que aborreciendo el odio y la venganza podamos construir una paz en el orden y la justicia para todos. ¿Cómo el genio argentino no podrá esforzarse para aprender la sabiduría del diálogo dónde nadie se imponga por la sola autoridad, sino por la fuerza de los argumentos y la racionalidad. En una nación que se sabe hablar sin insultar o agredir, que se sabe escuchar atendiendo y valorando los aspectos de lo demás, es el único espacio donde se hace posible vivir con esperanza y sentido de futuro.
5. Los cristianos sabemos que esta tarea es un llamado, una vocación, por eso hemos repetido: “Tú nos convocas Señor, cercanos a María que nos dice: Argentina canta y camina”. El gran desafío es pues entonces ser un país feliz y dichosamente en marcha, como la Virgen María que nos enseña a ser Navidad y Calvario, deportación y Pascua, pero siempre confiando en el que todo lo hace posible. Como no decir hoy también: “Jesucristo Señor de la historia te necesitamos”.
Amén.

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